La historia de Ariel es una vergüenza para este país. Es una podenca joven, quizá menos de un año. La observamos por los campos que se escondía de nosotros pero vimos que su tripita estaba demasiado gruesa, iba a tener cachorros. Conforme se agrandaba nos organizamos para cogerla y al fin la atrapamos. Nuestra sorpresa fue cuando vimos que tenía un alambre ensartado en una pata delantera. La veterinaria se tuvo que esforzar muchísimo para sacarlo porque era un lazo que le enganchó la pata hacía mucho tiempo y la carne había crecido por encima.
Ella se portó de una forma increible, ni un mal gesto, ni un quejido… admirable.
Al día siguiente se puso de parto y salieron 9 cachorritos, uno murió pero los demás mamaban con fuerza. Su pata se cura muy bien.
¿Porqué le ha pasado esto? Porque es una podenca, uno de esos perros de los cazadores maltratan y desechan con mucha facilidad, que no identifican incumpliendo la ley, que les importa nada lo que les pase. Lo que este animal ha sufrido es indecible y a cambio ahí está, una perrita dócil, buenísima, un ángel…. ahora ya no sufrirá más porque la vamos a cuidar el resto de su vida y sus criaturas encontrarán hogares dignos.
Seguimos la historia de Ariel, tras parir sus cachorritos vimos con horror cómo casi cada día moría uno. Nos temimos lo peor, que ella tuviera algo grave que pasaba a los cachorritos. Se analizó su sangre, estaba anémica y con leshmania, se analizó su leche, al final ésta era buena…. quedan cinco cachorritos, ahora parece que va bien y se les ve engordar tranquilos y ella mejorando día a día. Y hay que dar las gracias a la casa de acogida que tiene a toda esta familia cuidándola con esmero, algo fundamental y que le compensará de tanta penuria.
Estamos a mediados de Julio, Ariel se ha recuperado muy bien, su pata con el alambre está curada y ya la utiliza. Los cachorritos engordan felices y tranquilos. Cuando empiecen a comer y dejen la leche materna empezaremos a tratar a la madre y ellos podrán empezar a ser adoptados.